Del Archivo General de Indias tomamos la información siguiente: Antonio
C. natural de las Navezuelas de Cabañas, hijo de Alonso C. y de Isabel
García emprendió viaje al Perú desde Sevilla para hacerse cargo de la
cuantiosa herencia que su hermano le legó a su muerte el 14 septiembre
1578 y que ocupaba el cargo de Notario en Perú, sabemos además que dejó 3
hijos en España y tuvo dos en América, los cuales reconoció a todos y
los dotó con largueza, según consta en su testamento. Hay en España
distintas casas Cortijo. Desde muy remotos siglos fué conocida y muy
considerada. Los historiadores hacen notar acertadamente que no todos
los linajes de este apellido tienen un origen común. Lo encontramos en
Navezuelas. Las armas más antiguas son las señaladas en: Catálogo de
pasajeros a Indias siglos XVI, XVII y XVIII. Vol. VI M. del Carmen
Galbis Díez Ministerio de Cultura Repertorio de blasones de la
comunidad hispanica - Appendice Vicente De Cadenas y Vicent Instituto
Salazar y Castro. Los de Navezuelas traen: En plata, un montón de
bombas, de sable. Otros traen: Cuartelado en cruz. Priemro y cuarto: en
gules, castillo de oro; segundo y tercero: en plata, leòn de gules.
Bordura de plata, con ocho armiños de sable. El estudio del escudo
heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la
familia C., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus
elementos diferenciales. Los esmaltes del arma de los C. pregonan los
siguientes valores: la Plata corresponde al símbolo de la Luna, pureza,
sinceridad, templanza, clemencia y amabilidad son las características
espirituales de la familia, a las que hay que añadir otras como el afán
de victoria y éxito y la elocuencia.
NACIÓ EN JARAÍZ DE LA VERA EN 1942, ESTUDIO MAGISTERIO Y EMPEZÓ A
TRABAJAR COMO MAESTRO EN BARCELONA Y LUEGO REGRESO A EXTREMADURA, DONDE
EJERCIÓ LA PROFESIÓN EN LAS HURDES Y DIVERSOS PUEBLOS CACEREÑOS.
EN ESTE BLOG, QUEREMOS DAR A CONOCER EL CONTENIDO DE LOS LIBROS EDITADOS
Y DAR A CONOCER LOS NUEVOS LIBROS QUE ESTAMOS EN ESPERA DE PUBLICAR.
El 7 de mayo de 1995, domingo, 84 valientes subieron al risco de la
Villuerca dando pedales. Era la última etapa de la XI Vuelta Ciclista a
Extremadura. Salida desde Cáceres y paso por Trujillo, Zorita, Logrosán,
Berzocana y Guadalupe antes de la ascensión final. «Cuando se entra en
el camino que conduce al Centro Táctico escribió aquel día el periodista
de HOY Antonio Barquilla , el pelotón se convierte en un largo rosario
de ciclistas que a duras penas pueden pedalear para llegar hasta la
cima». 21 años después, esa ascensión ciclista que el cronista
calificaba como «durísima» solo está al alcance de quien tenga unas
piernas de categoría y una bicicleta de montaña con buena amortiguación.
Difícilmente hará la excursión deportiva quien le tenga un mínimo
aprecio a su bici de ruedas finas.
La carretera que llega a las instalaciones que el Ejército tiene en
el risco de la Villuerca son un homenaje al bache. Los hay a derecha e
izquierda, y también en el centro; pequeños, medianos, grandes, del
tamaño de un hoyo y unos cuantos con categoría de socavón. El paso de
los años, la meteorología y la falta de uso han convertido la vía en
difícilmente transitable para todo lo que no sea un todoterreno. Y la
Diputación de Cáceres se ha propuesto mejorar esta fotografía.
Un itinerario turístico
En febrero, su presidenta, Charo Cordero, se sentó a la mesa con
Ángel José Freixenet, el delegado de Defensa en Extremadura. Les
acompañaron otros responsables de una y otra institución. «En la reunión
informó luego el gobierno provincial se ha abordado la cesión de la
carretera a la Diputación, para realizar un itinerario turístico que una
los valores geológicos, naturales y culturales de ese significativo
enclave del Geoparque Mundial Unesco Villuercas-Ibores-Jara».
No es casualidad que de los 45 geositios (lugares de visita
recomendada por su especial interés) del Geoparque, el risco esté
identificado con el número uno. Hay en Extremadura cotas más altas (el
Calvitero, a 2.401 metros, o el pico La Covacha, a 2.390, entre otros),
pero a ninguno de ellos se puede llegar en coche. Con los pies en el
helipuerto del risco de La Villuerca, a 1.598 metros, el lugar ofrece
una vista panorámica que justifica el viaje. «Si trazamos en un mapa dos
líneas perpendiculares hacia el Atlántico, una hacia el oeste y otra
hacia el sur, teniendo como vértice este punto, no encontraremos un
punto más alto», explica Nicanor Gil González en su blog, titulado
‘Metamorphosis’. Él, que nació en Guadalupe pero vive en Plasencia donde
coordina el Aula de Literatura José Antonio Gabriel y Galán, junto a
Juan Ramón Santos, actual presidente de la Asociación de Escritores de
Extremadura, titula esa entrada ‘Pisando las nubes’. Cuenta en ella que
«desde casi siempre, al menos una vez al año», tiene la costumbre de
subir al risco. Y detalla también que el Centro Táctico número 2 (nombre
originario de las instalaciones militares) es uno de los que hay
«desperdigados por España, que servían para conectar las capitanías
generales de los tres ejércitos con Prado del Rey, el Palacio de la
Moncloa y el Palacio de la Zarzuela». Añade Gil, autor de la ‘Guía
Histórica Ilustrada de Guadalupe’, que «estuvo operativo 22 años, desde
1975 hasta 1997, y que llegó a dar alojamiento a un centenar de
militares.
De hecho, tuvo cantina, gimnasio y cine. Hoy, todo está en estado de
abandono, tal como demuestran las fotografías que Aprodervi (Asociación
para la Promoción y el Desarrollo Rural de la comarca de Villuercas,
Ibores y La Jara) incluyó en su dossier de doce páginas titulado
‘Propuesta de estudio para la cesión del CT-2 Guadalupe para uso social,
turístico y cultural’. En concreto, el colectivo proponía construir «un
hotel rural donde antes se alojaban oficiales y suboficiales, un
albergue donde lo hacía la tropa y un centro de interpretación donde
antes había aulas y oficinas».
En octubre del año 2013, Aprodervi inició una campaña para conseguir
el apoyo social a su idea de devolver la vida a las instalaciones
militares. «Hemos escrito a todas las instituciones, incluido el rey
Juan Carlos», explicaba el presidente del colectivo en aquellos días, en
los que la Diputación de Cáceres, entonces gobernada por el PP,
aseguraba estar en conversaciones con el Ministerio de Defensa para que
le cediera el uso de la antigua base.
El actual equipo de gobierno de la institución provincial, del PSOE,
no le pierde la pista a esta propuesta, aunque tiene claro que este es
un objetivo a largo plazo, y que lo inmediato es conseguir que el
Ejército le permita arreglar el acceso. «Los edificios nos interesan,
pero será en otro momento, la prioridad ahora es conseguir la cesión de
la carretera», confirma Charo Cordero, presidenta de la Diputación
cacereña. «Desde el viernes (día 12), los técnicos están trabajando en
el proyecto de la carretera, la idea es que el trazado sea el mismo»,
detalla la responsable de la institución. «Hasta el momento, la
disposición del Ejército es positiva, hay buena voluntad, pero hasta que
no tengamos el documento de cesión, que ya se solicitó en el año 2014,
no se puede decir con total seguridad que podamos llevar adelante el
arreglo de la carretera, que es una obra muy demandada por los alcaldes y
los empresarios de la zona».
Cuando ese visto bueno sea oficial, la tarea será adecentar los once
kilómetros de subida, con pendientes de entre el nueve y el once por
ciento excepto en el tramo final, donde llegan a alcanzar el quince por
ciento. Con el asfalto en condiciones, podría repetirse un final como el
de la etapa reina de la Vuelta Ciclista a Extremadura del 95.
La carrera de aquel año la ganó un gallego, Gustavo Otero, del equipo
Aguas de Mondariz. Pero el primero en el centro táctico fue un danés,
Claus Michel Moller, del ACR. Once minutos después que él cruzó la meta
Manuel Romera, de Mérida, ganador del maillot blanco al mejor ciclista
extremeño de la prueba. Romera tenía entonces 19 años, y según escribió
aquel día Barquilla, llegó al risco de la Villuerca «exahusto, rendido,
agotado y necesitó de atención médica». Si el Ejército da su permiso,
será posible repetir esa foto, la del domingo 7 de mayo de 1995 que
muestra a un pelotón de hormigonados cuádriceps tirando del plato
pequeño y el piñón más grande para alcanzar esa cima en la que si el día
está claro, la vista llega hasta Portugal.