sábado, 14 de febrero de 2009

LAS CANDELAS.



Ya estamos en el "mes mocho”, por aquello de sus veintitantos días, un mes que en la provincia de Cáceres no ha dudado en tomarse juego en forma de adivinanza: Dime un mes, con las Candelas a dos y San Blas a tres. No hay en la respuesta secreto para los vecinos de estas tierras, que en su gran mayoría una de las dos celebraciones festejan. Mas si quedara alguna duda, he aquí la solución romanceada: Los disantos de febrero: el segundo candelero y el tercero gargantero.Pues vayamos al candelero. Las Candelas o La Candelaria, es decir, al 2 de febrero, fecha en la que con gran solemnidad se conmemora por estos lares la Purificación de la Virgen. Es una celebración que tiene lugar cuarenta días después de la Navidad, del nacimiento del Niño Jesús, tras la cuarentena o reclusión a la que se ha visto sometida María tras el virginal parto, tal y como marcara la Ley de Moisés. En esta presentación la Virgen, a tenor de su condición económica, hace la ofrenda de dos tórtolas o de dos pichones. Esta oblación es la que rememoran las jóvenes en distintas dramatizaciones que ejecutan en las iglesias el día 2 de febrero. Sin embargo, hay un elemento, las velas, que en este acontecimiento no concuerda con la tradición judía. Santiago de la Vorágine apuntaba en el siglo XIII que la costumbre de encender candelas en esta fecha durante la celebración de la misa responde a un claro deseo de suplantar una práctica pagana, y añade: "Viendo el papa Sergio lo difícil que resultaba apartarlos de semejantes prácticas, tomó la encomiable decisión de dar a la fiesta de las luces un sentido nuevo: consintió que los cristianos tomaran parte en ellas, pero cambiando la intencionalidad que entre los paganos tenían, y dispuso que los cortejos luminosos que los romanos organizaban por aquellos días y habían hecho populares en todas las provincias del Imperio, los fieles lo hicieran el dos de febrero de cada año, mas en honor de la Madre de Cristo y en forma de procesiones y llevando en sus manos candelas previamente bendecidas".La susodicha fiesta de las luces que sincretiza el señalado pontífice se desarrollaba a comienzos de febrero y tenía por protagonistas a las mujeres. Estas trataban de recordar las búsquedas nocturnas, ayudadas con teas y linternas, que hicieron los padres de Proserpina para encontrar a la diosa raptada por Plutón. Otro posible origen de Las Candelas lo ve el propio Santiago de la Vorágine en la costumbre que había por estas fechas, cada cinco años, de inundar la ciudad de Roma de teas y antorchas en la noche en honor de Februna, madre de Marte, para que propiciara la derrota de los enemigos del Imperio. Otros autores, Frazer entre ellos, creen que fue el papa Gelasio, en el 496, quien instituyó la fiesta de la Purificación de la Virgen como única forma de aniquilar por asimilación los festejos romanos de las Lupercalia. Sean unos u otros los comienzos de Las Candelas, lo cierto parece que la fiesta que hoy conocemos responde a una amalgama de elementos judeo-cristianos y de elementos de origen pagano.El rito popular de Las Candelas que se conserva en la provincia de Cáceres se enmarca en un esquema generalizado en buena parte de la Península, si bien por estas tierras se halla impregnado de ciertas peculiaridades localistas que reflejaremos al referirnos a la celebración en algunas de nuestras poblaciones. Las Villuercas, Los Ibores y los Territorios de la Orden Militar de Alcántara son otras tantas comarcas en las que la festividad de La Candelaria destaca sobremanera. Vayamos a las dos primeras zonas, que constituyen una unidad geográfica en el sureste de la provincia de Cáceres. Interesante resulta la procesión de ALIA en torno a la iglesia, a la que asiste la madrina tocada de peineta con el velón encendido y la rosca de candelilla. Otro tanto sucede en NAVEZUELAS, se saca la Virgen en procesión con una vela encendida; si durante el trayecto la vela se apaga, augura que el invierno no ha terminado. Si, por el contrario, se mantiene encendida, la primavera está al llegar. y en VALDELACASA DE TAJO. Mención especial requiere la ceremonia de las purificadas de DELEITOSA, que tiene lugar a la conclusión del evangelio de la misa. Previamente se ha desarrollado una procesión a la que han asistido las autoridades portando velas recién bendecidas, al igual que la que sostiene la Virgen en su mano. De las cinco purificadas, una lleva una pandereta con la que armonizar las coplas, otras dos agarran sendas palomas y las restantes portan las sabrosas roscas de la Virgen. A la puerta del templo entonan las primeras estrofas, repitiéndose el consabido esquema: solicitud de entrada al celebrante y a la Virgen, franqueo de las puertas, purificación mediante la toma del agua bendita, genuflexiones, seguimiento de la imagen mariana hasta el altar, suelta de las palomas, entrega del Niño que lleva la Virgen al sacerdote, ofrenda de dos roscas y conducción de la Virgen al punto de donde se saliera. Este es el momento de entonar "El alégrense". Concluida la misa se procede a la rifa de las roscas de la Virgen. Por lo que respecta a los cantos de DELEITOSA, sólo encontramos varias coplas introductorias que se adicionan a las reseñadas de SANTIAGO DEL CAMPO y de TORREJON EL RUBIO:

Ya hemos llegado al templo del evangelista Juan;
bendito sea el Sacramento Consagrado del Altar.
De la Inmaculada Virgen bendigamos la pureza;
admiremos los cristianos tanta virtud y pobreza.

Para el domingo más próximo al dos de febrero dejan en FRESNEDOSO DE IBOR su fiesta de la Virgen de la Candelaria, que al decir de los vecinos del pueblo tiene en su haber dos siglos de antigüedad. La correspondiente procesión es presidida por la mayordoma, que viste el traje típico con mantilla, al igual que las cuatro mozas que conducen a hombros a la Virgen y las cuatro que llevan las ofrendas. El suave golpeo de la pandereta marca el ritmo de las coplas que se cantan, alusivas a la presentación del Niño y a la purificación de Nuestra Señora. Cuando la letra lo requiere se sueltan las palomas y se hace la ofrenda de una gran rosca de piñonate, momento que se aprovecha para lanzar a la chiquillería puñados de caramelos. A la salida de la iglesia, mediante el sistema de "boletas" que las jóvenes han vendido días antes por las casas, se procede a la rifa de la rosca. Posteriormente la mayordoma, elegida cada año entre las mozas del pueblo, invita a todo el vecindario a degustar en su vivienda piñonates y otros dulces de la gastronomía local.Por los Territorios de la Orden Militar la fiesta de Las Candelas goza de merecida fama en ALCÁNTARA, donde se conjugan la misa, la verbena y los bailes populares, en MATA DE ALCÁNTARA, con su reparto de velas a los lugareños por parte del ayuntamiento, y en HERRERA DE ALCÁNTARA. En esta última localidad tal fecha se conoce como Día de la Rosca en honor a las dos roscas de cinco kilos que para la ocasión fabrican los mayordomos con harina, azúcar, hierbabuena, aguardiente, anís y naranja. Uno de los dulces se coloca en las andas durante la procesión, delante de la Virgen, y luego es subastado. No faltan en la celebración la suelta de palomas, ni las canciones conmemorativas ni el sentido profético que se le atribuye a la vela que se coloca en las manos a la imagen. La segunda rosca es regalada al cura, que a su vez la ofrece a las autoridades.

(Madrid, 1969). REVISTA DE FOLKLORE.Caja España Fundación Joaquín Díaz
Año: 1997 - Tomo: 17a - Revista número: 195 Páginas en la revista: 99-103
Autor: DOMINGUEZ MORENO, José MaríaTema: FiestasTítulo del artículo: LAS FIESTAS DE LAS CANDELAS EN LA PROVINCIA DE CACERES

viernes, 6 de febrero de 2009

NAVEZUELAS Y LAS VILLUERCAS DE NUEVO EN EL PERIODICO HOY



Recorrer Extremadura ha sido siempre una sorpresa para el visitante primerizo. La leyenda negra que se cierne sobre la región hace creer al viajero inexperto que se va a enfrentar con un desierto, gente arisca y una ausencia absoluta de algo en lo que fijarse. Transcurridas unas horas de carretera, vayan por donde vayan, se asombran de que haya árboles, que el agua sea un elemento frecuente, y que los paisajes se mantengan con la pureza que añoran en los que habitualmente habitan, que han sido deteriorados, maltratados y en la mayor parte de las ocasiones, han desaparecido.
Es verdad que la región tiene ejemplos impresionantes de patrimonio natural y arquitectónico. La referencia a Cáceres, Mérida, Badajoz, Guadalupe, Plasencia… colma cualquier deseo de conocer y brinda la oportunidad de sorprender siempre al visitante que, aunque parezca una pesadez, nunca creía haber podido encontrar tanto y tan desconocido.
Cuando la ruta que se propone uno está fuera de los circuitos habituales, la sorpresa se extiende a los vecinos, a los mismos extremeños que desconocen el patrimonio que poseen, y que se sentirían orgullosos de ello si lo supieran.
Propongo un viaje por cuatro lugares cercanos entre sí. Un recorrido por poblaciones que muy pocos conocen, porque son de difícil acceso y hay que hacerse el firme propósito de visitar pero que, como ocurre a los que vienen por primera vez, se asombran de lo descubierto al comprobar que lo que les decían de lo que había, no tiene nada que ver con la realidad.
Transitamos por la comarca de Los Ibores/Villercas (que nunca se sabe muy bien dónde empieza una y termina la otra) en la provincia de Cáceres, y sin necesidad de seguir un itinerario firme, nos enfrentamos a un paisaje único, donde las encinas pueblan el terreno de tal manera, que la lejanía nos brinda una alfombra verde, de copas inmensas, donde la tierra es difícil de atisbar si no se trata de formaciones rocosas que emergen entre los árboles , como pidiendo poder respirar.
Camino de Guadalupe desde Trujillo, nos desviamos para entrar en Berzocana y el pueblo que ha sufrido de los embates de una arquitectura patética y un asfaltado urbano sin consideración, posee una de las más hermosas iglesias que se conocen (se le llama “la segunda catedral de la diócesis de Plasencia”) y guarda en ella las reliquias de San Fulgencio y Santa Florentina desde 1340. El templo es de una hermosura y porte, que causa asombro a todos los que lo visitan, sobre todo pensando en el tamaño de la población.
Los santos allí venerados hicieron del lugar cita de peregrinos desde el siglo XV y la fama de milagreros se extiende por toda España, lo que provoca una eclosión de visitas a la localidad que provoca el levantamiento de la iglesia en el siglo XVII. En 1991 se cayó la sacristía y no mató a los fieles porque no estaban. Se han hecho obras de reparación, y allí siguen los relicarios majestuosos de los dos santos, a los que muchas diócesis se disputan y que son desde luego, un referente casi imprescindible en el conocimiento de la comarca por lo que tuvieron de importantes en una determinada época, en la que el propio Felipe II tuvo que intervenir para ordenar que los restos de los santos permanecieran donde habían sido hallados cuando se transportaron desde Écija. La historia es larga, bonita y merece conocerse “in situ”.
Carretera adelante, a lo lejos nos enfrentamos a Navezuelas. Está dibujado sobre una línea del monte, a 928 metros de altitud.
Conviene llegar al atardecer, y contemplar la belleza de la ubicación del pueblo a contraluz. La verdad es que cuesta trabajo recomendar algo. La iglesia fue prácticamente arrasada en los años 70 con una estética alucinante que sólo conservó el ábside y nave de la antigua, pero que cuesta mucho identificar, pero el paraje en el que se asienta es sobrecogedor.
Tiene el pueblo mucha costumbre de pescar, y se pescan truchas en el Almonte en las zonas que están semi vedadas. Ahora la acampada se ha extendido, conociendo de la maravilla natural en la que se encuadra, y si se quiere disfrutar sólo con la contemplación de la naturaleza, desde luego Navezuelas ofrece todos los ingredientes para ello, porque no hay lugar a la distracción arquitectónica ni artística.
No es lo que le pasa a Cabañas del Castillo.
Cabañas es hermoso. El lugar en el que está ubicado, el paisaje en un estado puro, las lejanías, y el patrimonio arquitectónico rural que conserva, adornado si cabe más por los restos del castillo que dan nombre a la población, lo hacen un lugar imprescindible para la visita del extremeño que quiere enseñar algo único al amigo con el que quiere presumir de tener cosas que nadie sabe que existen.
El castillo es una construcción árabe del siglo XII, utilizada después en el Medievo por los caballeros golfines para vigilar el paso de las Villuercas. Se llega a él sin mucha dificultad, y transitando por las callejuelas de la población, que en su día tuvo todas las edificaciones de pizarra, y hoy quedan algunos ejemplos solamente, ya que las nuevas edificaciones han ido mermando el carácter serrano del lugar.
La belleza del paisaje, lo abrupto y casi violento del terreno y el hecho de que en su entorno tenga lugar el nacimiento del cauce de Santa Lucía, nos hace creer que no estamos en Extremadura. Ya Antonio Ponz en su “Viaje por España” de 1784 describe la belleza del lugar con verdadero asombro y admiración: “Castaños, encinas, quexigos, robles, fresnos, pinos, avellanos, son plantas que produce la naturaleza en las cumbres y en las laderas, no faltando, donde quieren cultivarlos, todo género de frutales para el sustento de sus moradores. Alisos, tilos, aloros, durillos, aceres, mostazos, sauces y otras infinitas especies de árboles y arbustos cubre las orillas de sus ríos y arroyos. Las yerbas son muchas y de notable virtud … Los bosques o espesuras son por algunas partes impenetrables, y sirven de abrigo a los venados, ciervos, corzos, jabalíes, cabras montesas y asimismo a los lobos y a otros animales carniceros. Hállase por todo ello copia de caza menor”.
Poco ha cambiado el paisaje. Nunca se sabe si por cuidado o por abandono, pero ahí está. No hay que elegir la estación del año, porque el clima es benigno y si es caluroso las piscinas y embalses naturales de los remansos del Almonte, alivian los días veraniegos, en los que la contemplación del horizonte desde lo alto del castillo es un premio para cualquiera que busque algo especial.
La combinación de fortaleza amenazante, a consecuencia de la longitud de los muros que aún se mantienen en pie, levantados desde luego para causar pavor al potencial enemigo que se acercara, con un paisaje singular que exhibe como elementos significativos dos pequeños puentes del río Almonte a los pies de la fortaleza, como si hubieran querido trazar dos líneas para no romper completamente la comunicación con el exterior, emociona del lugar que, por otra parte, raramente se visita por lo escarpado del camino y la situación “a trasmano” de los recorridos habituales de la región.
Ahora todo está más dulcificado. Las carreteras han mejorado, los habitantes del lugar están acostumbrados a las visitas, y los visitantes son bien recibidos en cualquier momento, sobre todo cuando se sabe que, a pesar de no haber infraestructura oficial para acoger a los posibles campistas, o a los caminantes que todo lo recorren, las visitas de ajenos son fuente de bienestar, y el castillo ahora no asusta, atrae.
La historia ha dado la vuelta. Las luchas pendencieras que motivaron levantar el castillo se han terminado, y lo que fue azote de visitantes, ahora es refugio de viajeros.
Siguiendo la ruta nos acercamos a Roturas de Cabañas. Administrativamente es una pedanía de la localidad anterior, lo que a los habitantes de estos lugares suele enfurecer porque todos se consideran acreedores de la titularidad sin dependencias de otros.
Ocurre en esta zona que las dificultades orográficas del terreno hacen que los núcleos de población estén dispersos y Roturas y Solana pertenecen a Cabañas como pedanía, pero no por ello han de ser inferiores en belleza ni importancia para el visitante curioso.
Roturas de Cabañas tiene una arquitectura popular de enorme belleza. Antonio Rubio Masa en el Cuaderno Popular número 8 editado por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura página 21, hace una referencia a la importancia de esa arquitectura, con un boceto de casa de Roturas y fotografías de ejemplos de casas importantes de la localidad. La pureza de estilos y el uso de materiales nobles, así como el aprovechamiento del terreno para ubicar las viviendas, hacen del sitio algo especial.
Desde la edición de ese Cuaderno Popular a nuestros días, la arquitectura popular ha desaparecido prácticamente. Los ejemplos que quedan son producto del abandono, y algún balcón de madera se mantiene en pie, o alguna bodega sigue hundida en el terreno, pero la belleza de la que se hablaba en el estudio mencionado, se ha ido marchitando en nombre de una malentendida modernidad.
La iglesia es impresionante. Levantada en un lugar estratégico de la población. De los siglos XVII – XVIII, está muy bien conservada.
Continuar por la carretera para visitar la última pedanía nos reconcilia, ante la magnificencia del paisaje, con la capacidad de destrozo del que deshace sin consultar.
Roturas de Cabañas es la última de esas pedanías. Roturas es el paisaje puro. En su término está el embalse de Santa Lucía, de donde se surte de agua Trujillo (con una canalización de 40 kilómetros (¡), y ahora muchos más pueblos de alrededor.
En la localidad hay una fuente que, construída en 1960 tenía inscrito: “no meter cubos con jabón, cuidar del agua, y de no ensuciarla, y mantener vivos los peces”. En el pilón del pueblo había peces, y decían las vecinas que eran tan viejos como ellas. Peces enormes, acostumbrados a las visitas diarias de los habitantes que comprobaban la pureza de las aguas que bajaban de la sierra con la salud de los peces.
Y ahí, en ese enclave magnífico hay una iglesia soberbia dedicada a San Miguel. La iglesia de Solana sorprende, como las de los otros lugares, pero esta lo hace por la conservación del mobiliario interior. Los retablos barrocos son de una belleza impresionante, albergan la imaginería original de los siglos XVII y XVIII y los frentes de los altares aún permanecen decorados con las telas adamascadas de esa época, enmarcadas y protegidas por el cuidado popular, cuando no por una cerámica de Talavera del siglo XVI que parece recién puesta.
El conjunto que forman los retablos dedicados a San Antonio, San Cosme, San Miguel y el Niño Jesús, es de una plasticidad impensable en esta población de escasos recursos económicos en todos los tiempos, pero lo que más llama la atención es el quinto retablo dedicado a Santa Lucía. Este retablo alberga una de las tallas de alabastro policromado más hermosas que se conservan en la región. Se trata de una talla de unos 60 cm.de alto, representando a la santa con los atributos en las manos: la palma del martirio en la mano izquierda y en la otra la bandeja que porta los ojos de la santa.
La imagen no se saca para nada de la hornacina de su retablo, y la encargada de su conservación ha puesto tal celo en protegerla, que ha hecho fotografías por su cuenta de la talla para que no se deteriore ni con las miradas ajenas.
Podríamos seguir la ruta y llegar a las poblaciones de nombre Ibor. Cuevas, montañas, paisajes insólitos, artesanía desconocida, fachadas de casas únicas, inscripciones sepulcrales que denotan un esplendor antiguo que el tiempo ha borrado … pero nos detenemos aquí como si empezara a ponerse el sol en el horizonte y tuviéramos que detenernos a contemplar el espectáculo del cielo rojo y el suelo verde, arañado por un dibujo plateado de agua que se detiene en el depósito de Santa Lucía, del que todos los que viven cerca (o lejos) beben.
Esas cosas pequeñas: las tardes sosegadas, tallas de alabastro, fuentes con peces, un castillo que asustaba y ahora acoge, un pueblo que se dibuja en el horizonte, y gente que sigue saludando al que llega, nos hacen creer que seguimos siendo grandes.

lunes, 2 de febrero de 2009

UNA VISIÓN DIFERENTE SOBRE LA BATALLA DEL ÁLAMO.



Hace 300 años el imperio español se apoderó de Texas y lo gobernaba desde ciudad de México.
En 1718, los colonos españoles establecieron un fuerte y una misión católica en lo que hoy es San Antonio y lo llamaron el Álamo. Era parte de un plan para "civilizar a los indios y apoderarse del nuevo mundo".
Pero los españoles no pudieron ante la feroz resistencia de los amerindios, especialmente de los comanches, y de los 25 cuarteles que establecieron en Texas en el siglo 18 solo pudieron defender tres; uno de ellos fue el Álamo.
La invasión ilegal de Texas por angloamericanos empezó a principios del siglo 19. Los esclavistas de los estados del Sur de Estados Unidos querían más terrenos y codiciaban el norte de México (ahora el suroeste de Estados Unidos). Los capitalistas del Norte también codiciaban esa región para extender el comercio al oeste y apoderarse de los recursos minerales.
Ante la amenaza estadounidense, España trató de controlar la inmigración angloamericana. Cuando México se independizó de España en 1821, el nuevo gobierno siguió permitiendo que los angloamericanos se asentaran en Texas. Les ofrecían terrenos con tal de que se volvieran ciudadanos mexicanos y católicos. En 1835 Texas tenía una población de 35,000 habitantes; había un tejano (mexicano nacido en Texas) por cada seis angloamericanos.
Cuando el gobierno mexicano abolió la esclavitud, los esclavistas del Sur y sus aliados lanzaron una guerra reaccionaria para apoderarse de Texas. Prometieron terrenos a los mercenarios que ayudaran en la conquista.
Esas fuerzas se apoderaron del Álamo.
El 6 de marzo de 1836, el ejército mexicano, con el general (y presidente) Antonio López de Santa Anna a la cabeza, reconquistó el Álamo en una batalla que dejó muertos a todos los 182 defensores. Todos, menos nueve, eran invasores angloamericanos. Unos, como el mercenario Davy Crockett (especulador de tierras) acababa de llegar a Texas. Jim Bowie (otro "héroe" del Álamo) era esclavista y traficante de esclavos. El comandante de los angloamericanos era el coronel Travis, un mercenario.
Seis semanas después las fuerzas angloamericanas sorprendieron al ejército mexicano en la batalla de San Jacinto. En esa batalla gritaban "¡Recuerden el Álamo!" para justificar una sangrienta revancha y masacre. Al general Santa Anna lo tomaron preso y, a cambio de perdonarle la vida, lo obligaron a firmar un tratado que reconocía la independencia de Texas.
Una de las primeras medidas de la "República de Texas" fue legalizar la esclavitud. En 1845 se hizo parte de Estados Unidos como estado esclavista y poco tiempo después se integró a la Confederación de los estados del Sur durante la guerra de Secesión.

EL ORIGEN DEL NOMBRE DEL ESTADO DE TEXAS.



Origen del nombre «Tejas» o «Texas»Tejas es después de Alaska el estado de mayor extensión de los Estados Unidos de América. Su población actual es de casi 21 millones de habitantes. Su extensión es mayor que la de cualquier país de Europa. Un 32% de los habitantes de Tejas es hispano.¿Cuál es el origen del nombre «Tejas» o «Texas»? La expresión «¡tejas!» era un saludo de los indígenas que habitaban Texas. Los españoles escribían el sonido «j» con «x» en ese entonces. Así que «Tejas» es la forma de pronunciar en español «Texas». Ambas son palabras españolas. Así como «México» se pronuncia «Méjico», sucede igual con «Texas». Sin embargo, la comunidad hispana en México y los Estados Unidos acostumbra a escribir y pronunciar «Tejas». Esa la forma como los hispanos pronunciamos y escribimos ese nombre.Los habitantes de Tejas a la llegada de los españoles eran varios grupos indígenas entre los cuales se distinguían los indios Hasinai quienes usaban la expresión «¡tejas!» al saludar y referirse a los amigos. Los españoles creyeron que la tribu se llamaba Tejas y por eso comenzaron a llamar el territorio con el nombre de Tejas. De hecho, la primera misión que establecieron los españoles en Tejas se llamaba San Francisco de los Tejas y estaba ubicada cerca del río Neches en lo que hoy es la región centro oriental del estado.Así que tenemos el orgullo de saber que el nombre de este estado tiene un origen tanto nativo, por ser una expresión de los indígenas que habitaban el territorio, y a la vez tiene este nombre un origen español por ser los españoles los que aplicaron este nombre a la región que ahora conocemos con el nombre de Tejas o Texas.

MIGAS DE NAVEZUELAS





Ingredientes:

500 gr. pan asentado 2 a 3 días (mejor corteza no muy dura).
Aceite de oliva.
5 a 6 dientes de ajo.
1/2 de sardinas.200 gr. panceta para hacer los torreznos.
1 cucharadita de Pimentón dulce de la Vera.
Un pimientos verde y uno rojo.
Unas rodajas de lomo.
Unos trozos chorizo.
Una patata.
Pimientos secos de los llamados "charrascones".


Preparación:

Paso 1: Cortar el pan en lascas finas como de 3 mm y pequeñas, para ello debe estar duro y asentado, pero no quebradizo. Deben quedar como para unas sopas algo más gordas y pequeñas.
Paso 2: Se calienta el aceite en una sartén honda, se frien los torreznos,el chorizo y el lomo; en la misma sarten pero con distinto aceite se frien las sardinas y los pimientos "charrascones".
Paso 3: Se fríen las patatas picadas en daditos pequeños, el pimiento y acontinuación se pican los ajos y se doran se retiran del fuego, se les echa agua, y el pimentón a la sartén .



Paso 4:Se pone al fuego fuerte y se vierte las migas del pan.
Paso 5: A partir de ahí se comienza a dar vueltas con una cuchara de madera trabajando al principio enérgicamente para conseguir una mezcla homogénea.



Paso 6: Se baja el fuego y se sigue trabajando las migas mas lentamente, echandolas agua si ves que se quedan secas, así hasta que estén bien doradas,aproximadamente de 20 a 30 minutos.
Paso 7: Se sirven acompañadas de los torreznos, las sardinas, el lomo, los pimientos "charrascones",se puden tomar tambien con uvas e incluso echandolas leche, o como hacían los cabreros con el suero sobrante de la elaboración del queso.