lunes, 1 de abril de 2013

LA COLUMNA FANTASMA.

Miliciana de la Columna Fantasma.


Este relato sobre la Guerra Civil lo he encontrado en un blog muy interesante llamado "Memoria y procomún".

La columna fantasma

Voy a relatar dos historias relacionadas con la Guerra Civil que me ha contado mi abuelo que tiene ochenta y nueve años y que cuando ocurrieron tenía unos catorce.
Mi abuelo tenía un hermano que era sacerdote y lo destinaron a la parroquia de Navezuelas, cerca de Guadalupe, en la sierra de las Villuercas. Por aquel entonces estaban con él una hermana y mi abuelo. A primeros del mes de Agosto de 1936, los republicanos dieron un ataque con cuatro mil hombres al Monasterio de Guadalupe. El ataque duró dos días pero no tuvo éxito porque salió uno de los asediados a Trujillo a pedir refuerzos; así que un grupo de Regulares (soldados del antiguo protectorado de Marruecos) derrotaron a la célebre columna de los rojos, cuyo nombre era la Columna Fantasma.
Llegaron las noticias a Navezuelas y temiendo que hasta allí llegaran también, el sacerdote fue avisando casa por casa a todos los vecinos del pueblo para que se escondieran. Después, fue a la iglesia y consumió todo el pan y cogió todas las cosas de valor para esconderlas. Por último cogió a sus hermanos y se subió a la sierra. Allí los recogió una cabrera y les dio cobijo en una majada. Aquella noche no durmieron nada viendo pasar a la gente con faroles en busca de otros escondites. Pasados dos días, volvieron al pueblo.
La segunda historia ocurrió en Jerte, pero aquí no recuerda exactamente la fecha. Un maestro llamado Alberto escribió un libro con ideas un poco revolucionarias. Lo detuvieron y lo llevaron a Madrid para juzgarlo. Hasta allí se trasladó el sacerdote para certificar que a pesar de tener aquellas ideas, ese hombre era católico, estaba bautizado, casado por la Iglesia, se confesaba y comulgaba todos los años. (Por aquel entonces se llevaba un registro en la hoja parroquial de las personas que lo hacían). De esta forma evitó que lo encarcelaran.
Javier Gil Blanco 4ºA.
Fuente: MEMORIA Y PROCOMÚN.

Un toque de atención de las autoridades franquistas.