Aunque han pasado más de cuatrocientos años del desastre de la Armada Invencible, la leyenda de un enigmático fantasma de la malograda escuadra aún persigue a una pequeña ciudad costera del sur de Inglaterra.
El espectro continúa merodeando hoy día en la memoria colectiva de Torquay, una pintoresca localidad en la que -dicho sea de paso- nació la célebre escritora de novelas de intriga Agatha Christie.
El origen de la leyenda se remonta a julio de 1588, cuando arribaron a esa ciudad 397 prisioneros de guerra de la "Grande y Felicísima Armada", rimbombante nombre que el rey Felipe II de España (1527-1598) dio a la gran flota -más de 130 buques- que armó para invadir Inglaterra con el fin de reimplantar el catolicismo.
Los presos procedían del "Nuestra Señora del Rosario", galeón de la fracción andaluza mandada por el almirante Don Pedro de Valdés que, en una maniobra de abordaje sobre un barco inglés, colisionó con otra nave española y quedó a merced del enemigo.
La pérdida del navío -no en vano el buque insignia del escuadrón andaluz- supuso un varapalo para una Armada Invencible que alcanzó la costa inglesa muy diezmada por las tormentas, de ahí el lamento de Felipe II al entonar después la legendaria frase "Yo envié a mis naves a luchar contra los hombres, no contra los elementos".
Según el historiador local John Risdon, el apresamiento del barco causó una "enorme conmoción" en Torquay, cuyas autoridades recluyeron a los presos en un granero de la Abadía de Torre, erigida en 1196 cerca de la costa y actualmente en proceso de restauración.
Construido piedra a piedra por los monjes de la Abadía, el llamado "Spanish Barn", uno de los graneros medievales ingleses mejor conservados, se tornó en un infierno para los reclusos, hacinados y expuestos a una plaga de ratas y diversas enfermedades.
"Está comprobado que algunos hombres murieron. Se han encontrado huesos humanos justo frente al granero. Hay pruebas de defunciones, ya que se trata de huesos de aquella época", declaró a EFE Risdon.
Al parecer, uno de los fallecidos recibió la extremaunción de un sacerdote, quien reparó en que el difunto, para sorpresa de aquellos tipos duros curtidos en la mar, era...¡una muchacha!
"La historia -explicó el historiador- habla de una dama española que se había disfrazado de marinero para seguir a su esposo o amante y que murió durante el encarcelamiento".
"Y su espíritu -prosiguió- es el fantasma que puede verse vagando por la zona", según los avistamientos que menciona la leyenda.
Durante años, no han faltado testigos que aseguran haber visto la silueta de una joven que deambula por los jardines próximos al paseo marítimo de Torquay y que, con rostro abatido y cabizbajo, desaparece por la entrada del granero.
"Desafortunadamente, yo nunca he visto el fantasma, pero es una historia muy interesante", bromeó el historiador.
En tono más serio, Risdon no descarta la existencia de la misteriosa chica, porque "podrían surgir nuevas pruebas y, ciertamente, las mujeres solían embarcarse a veces en los navíos, especialmente para los oficiales", si bien "es difícil separar los hechos históricos de la leyenda embellecida con el tiempo".
Mientras el enigma estimula la imaginación de los lugareños, John Risdon propone otro acertijo: ¿Qué pasó con el oro que transportaba el "Nuestra Señora del Rosario" para pagar a los tercios españoles en Flandes?.
Porque, de acuerdo con Risdon, "la mayor parte del oro desapareció...".
FUENTE
Terra EFE
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