En la oscarizada película de Mel Gibson, Braveheart, unas de mis favoritas, se nos cuenta la historia de un escocés que se sublevó contra los ingleses porque mataron a su esposa, convirtiéndose de este modo en el más grande héroe de Escocia.
Como suele suceder en este tipo de películas de Hollywood, lo que vemos en la pantalla acostumbra a ser un fiel reflejo de la historia…. Bueno, fiel reflejo hasta donde el guión lo permita, claro, lo demás es puro espectáculo americano.
Demos un breve repaso a que es verdad y que es mentira.
Williams Wallace.
Efectivamente existió un escocés levantisco llamado William Wallace que nació en Escocia a finales del siglo XIII y es cierto que fue el primero en plantar cara a los ingleses seguramente como venganza a algún agravio, aunque se desconoce de que tipo.
William Wallace era un hombre fornido y muy alto, se cree que podía llegar a 1,90 metros, claramente más alto que Gibson y sobre todo mucho más joven, pues el verdadero Wallace, apenas llegaría a los 25 años cuando se convirtió en el cabecilla de la revuelta escocesa.
Cierto es que Wallace inflingió una dura derrota a los ingleses en la batalla del puente de Stirling, donde 15.000 escoceses vapulearon a 50.000 soldados ingleses incluida a su poderosa caballería pesada. La estrategia de Wallace fue vital al poner a sus hombres a ambos lados del puente de Stirling donde consiguieron anular a la caballería con unas largas lanzas. Wallace es nombrado guardián de Escocia, un cargo de mucha importancia.
Ante esta derrota entra en escena el malo-maloso de la pelícla, el rey Eduardo I, al que vemos como un tirano cruel y déspota capaz de cualquier cosa para conseguir sus malvados planes.
Aunque al verdadero rey Eduardo I no le temblaba la mano con sus enemigos (le apodaron el martillo de los escoceses), su caracter en general fue benévolo y justo, tanto que también es conocido como el Justiniano inglés, debido a su gran labor legisladora organizando el sistema legal, recortando poderes a los nobles y creando un carta magna que sería el embrión del régimen parlamentario inglés.
Una parte importante de la película es cuando Eduardo I envía a la guapa Isabel de Francia a negociar con Braveheart naciendo un apasionado romance… Pues bien, todo mentira, principalmente porque cuando Wallace fue ejecutado, Isabel no llegaría a los trece años, edad complicada como para encomendarle una misión tan delicada.
Además, según la peli, Isabel queda embarazada de Braveheart y como póstuma venganza, se lo confiesa a su suegro el rey para que se chinche, pues el próximo rey ingles tendrá sangre escocesa. Muy difícil que eso sea verdad pues el primer hijo de Isabel lo tuvo en 1308, tres años después de la muerte de Wallace. Se me hace un embarazo un poco largo.
Wallace es derrotado en la batalla de Failkirk (1298) por el rey Eduardo I y la ayuda de algunos nobles escoceses, entre ellos Robert de Bruce quien acabaría convirtiéndose en Roberto I de Escocia.
Hemos dicho que el rey no era tonto y no cayó nuevamente en la trampa de las lanzas mandando primero a su infantería y rematando el asunto con la caballería. Aquí es donde Gibson arenga a sus hombres con lo de: “Puede que nos quiten la vida pero jamás nos quitarán la libertad”, una frase que no es original de Wallace y está extraída de la obra de Shakespeare, Enrique V.
Pero Wallace, al contrario de la peli, no es capturado tras la batalla y consigue huir escondiéndose en Francia durante algunos años.
Vuelve a Escocia y comanda algunos pequeños grupos guerrilleros pero sin apenas importancia y en 1305 es detenido seguramente por alguna delación.
La ejecución real de Wallace es espeluznante. Es arrastrado con caballos por las calles de la ciudad. Después se le cuelga del cuello pero teniendo cuidado de que no se asfixie del todo. Mientras tanto, le cortan los genitales y le sacan las tripas, que las dejan colgar hasta sus pies quemándolas. Todo esto manteniéndolo vivo con retorcida habilidad por parte de los verdugos. Finalmente muere tras la penosa agonía y es decapitado y desmembrado repartiendo sus miembros por distintas ciudades de Inglaterra para ser expuestos.
Visto en el libro:
Viaje por las Mentiras de la Historia Universal de Santiago Tarín
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