Ocho años pegando tiros quizás valieran la pena. El hombre aparece en la fotografía abrumado por tantas muestras de agradecimiento. Como si no fuera capaz de asimilar tanta alegría. La imagen fue portada en la prensa francesa a finales de agosto de 1944, y mostraba a la multitud aclamando a uno de los primeros soldados aliados en liberar París de las garras de los nazis. Sin embargo, porta en su mano una bandera republicana española. Se llamaba Domingo Baños, y era extremeño.La historia de los españoles que participaron en la II Guerra Mundial estuvo silenciada durante más de medio siglo. La razón principal es que la historiografía oficial francesa no podía permitir que un puñado de exiliados entrara en la leyenda de la Ciudad de la Luz. La mayoría luchó en la Guerra Civil, y casi todos fueron cautivos y sufrieron humillaciones en los campos de concentración franceses del otro lado de los Pirineos o en Argelia. Sin embargo, en cuanto tuvieron la oportunidad, se enrolaron en las fuerzas de la Francia Libre de De Gaulle. Bajo el mando del general Leclerc, mataron y murieron en los campos de batalla del desierto o la campiña francesa. Incluso, alguno llegó hasta el corazón del III Reich que se desmoronaba. Muchos de ellos formaban parte de La Nueve, la primera compañía del segundo batallón de la Segunda División Blindada del Ejército francés. Era conocida así, 'La Nueve', en español, porque el 80% procedía de nuestro país. En recuerdo de su origen, los blindados en los que viajaban llevaban por nombre famosas batallas de la guerra española: Guadalajara, Teruel, Belchite...Ocultos.Entre ellos había un puñado de extremeños. No se conoce el número exacto, ni tampoco demasiados detalles de los que sí están identificados. Tantas décadas de olvido son una losa demasiado pesada de levantar. Tampoco ayuda el que muchos se alistaran con nombres falsos. Querían evitar represalias para sus familias si les apresaban o se oía hablar de ellos en España y, además, bastantes habían desertado de las tropas francesas colaboracionistas para marcharse con Leclerc. También influye el hecho de que muy pocos regresaran a España. La mayoría murió en combate o se quedó a vivir en Francia después de la guerra.Unos pocos autores han mantenido vivo el recuerdo de 'La Nueve'. Antonio Vilanova o Eduardo Pons Prades, por ejemplo. El último ejemplo es la escritora y periodista Evelyn Mesquida, que acaba de lanzar su libro 'La Nueve. Los españoles que liberaron París'.La obra habla, por ejemplo de Baños, que viajaba a bordo del semioruga blindado 'Guadalajara', el primer vehículo aliado que entró en París. Fue en la noche del 24 de agosto, cuando apenas unos pocos hombres penetraron hasta el Ayuntamiento para tomar posesión de la ciudad. Varios testimonios, como el de Pons Prades, aseguran que toda la dotación de este vehículo era extremeña, pero otras fuentes sitúan al mando a un alemán antifascista llamado Reitter, y a un vasco, Abenza, al volante. Pero todo el mundo coincide en que a bordo viajaba Baños, quien llegó a ser reconocido con la Cruz de Guerra con estrella de bronce. Más difusa es aún la figura del sargento Domínguez 'El extremeño', llamado así para distinguirlo de otro valenciano del mismo apellido. De él se dice que recorrió con La Nueve toda Europa. De hecho, hay fotos que le sitúan en Berchtesgaden, la localidad de los Alpes Bávaros donde se encontraba el Nido del Águila, uno de los refugios de Hitler. En mayo de 1945, Domínguez fue uno de los 16 españoles que tomaron uno de los últimos reductos del nazismo. En Normandía habían desembarcado 144 compatriotas apenas un año antes.La historia del reloj.
Pero quizás la historia más fantástica de todas fue la de Antonio Gutiérrez, González para muchos autores europeos. Cuenta la leyenda que fue el hombre que hizo rendirse a Von Choltitz, el jefe de las fuerzas alemanas en París. El mismo que se hizo famoso por no querer o no saber cumplir la orden del propio Hitler de destruir la capital francesa. Hay muchas versiones del sucedido, pero todas confluyen en lo fundamental. En la mañana del 25 de agosto se registran duros combates frente al hotel Meurice, el mando de operaciones alemán. Tres hombres, entre los que se encontraba el extremeño Gutiérrez, rompen el cerco y consiguen entrar en las dependencias del comandante. Von Choltitz sólo consiente en rendirse ante un oficial, por lo que esperan a que llegue el teniente francés Karcher. Bien porque se lo diera o porque se lo quitara, lo cierto es que Gutiérrez se quedó con el reloj de pulsera del teutón. El primero en reflejar el suceso fue Antonio Vilanova, hace casi 40 años. Él tuvo acceso a testimonios directos de los protagonistas. Sin embargo, «Gutiérrez no formaba parte de La Nueve, era miembro de la resistencia», asegura a HOY Evelyn Mesquida, que también ha investigado su figura. Nada más se supo de él, aunque la escritora no tiene dudas de que la historia es cierta. «Hay multitud de detalles que confirman que fue así», asegura. En el famoso best-seller 'Arde París', de Dominique Lapierre y Larry Collins, se concede todo el protagonismo del lance a Karcher.IndomableHay un cuarto protagonista extremeño en esta historia, aunque tampoco luchó con Leclerc. Se trata de Manuel López, natural de Garrovillas. En la Guerra Civil luchó en Las Rozas, Arganda, Guadalajara y Levante; y ascendió a teniente. Huido a Francia, fue internado en un campo de concentración. La invasión alemana le pilló abriendo trincheras con una compañía de trabajo en la frontera franco-belga. Junto a un centenar de compañeros españoles, fue abandonado en un castillo. Resistieron a los asaltantes alemanes con las pocas armas que encontraron, hasta que fueron hechos prisioneros. Sin embargo, López y cuatro compañeros más lograron escapar por la noche. En total, la mayoría de los republicanos españoles pasó ocho años en guerra por dos continentes y media docena de países. Sin embargo, desde que entraron en Francia vieron que esa vez sí que podían ganar. Si en España tuvieron que luchar en inferioridad de condiciones, el material que les entregó el Ejército de EE. UU. les convenció de sus posibilidades. Porque eran duros. La experiencia y las penurias les hicieron grandes soldados. La Nueve era una fuerza de choque, siempre avanzaba por delante de la división. Como dejó escrito Raymond Dronne, el capitán de la unidad, «Poseían ya la experiencia del combate. Y eran bravos, de una bravura a veces excesiva. [ ] No tenían oficio, solamente sabían pelear. Todos se pusieron al trabajo con ardor y corazón».
MÁS INFORMACIÓN I E. Mesquida, 'La Nueve. Los españoles que liberaron París', Ediciones B, 2008. Eduardo Pons Prades, 'Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial', La esfera de los libros, 2004. http://www.lanueve.net/
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