ALDEACENTENERA.Imagen periódico Extremadura |
Como es sabido el pueblo actual de Navezuelas proviene de un poblado anterior, abandonado por el gran número de “víboras”que había, pero en nuestra comarca hay muchas historias similares de asentamientos urbanos que por diversos motivos fueron abandonados.
José María Domínguez Moreno en un artículo sobre los despoblados de Extremadura, para la Fundación Jiménez Díaz , cita algunos de nuestra comarca, y en relación a ellos escribe lo siguiente:
José María Domínguez Moreno en un artículo sobre los despoblados de Extremadura, para la Fundación Jiménez Díaz , cita algunos de nuestra comarca, y en relación a ellos escribe lo siguiente:
"Asi nos encontramos el despoblado de Torrejón, en el término de Roturas y adscrito al concejo de Cabañas del Castillo. En los motivos de su desaparición, por los principios del siglo XVIII, vemos una falta de coincidencia entre las opiniones oficiales y las que el pueblo mantiene como verídicas. Entre las primeras citamos el informe de 1791, redactado por el párroco y abad de Rotura, don Santiago Vivas y Muñoz:
“…hay en este término del pueblo un territorio llamado Torrejón, en el que hubo vecinos, pero sin parroquia y acudían a las funciones de iglesia a esta parroquia de Roturas y aún hoy hay en este pueblo sujetos antiguos que conocieron vecinos en él, yo me persuado que la causa de su despoblación sería el quebrantamiento de tener el trabajo de venir a este pueblo a oír misa, que dista de él un buen cuarto de legua, hoy aquellas que fueron casas son huertos y propiedades de estos vecinos de Roturas”.
No obstante estos condicionantes religiosos que existen para el clérigo son olvidados por la tradición, que mantiene que el despoblamiento de Torrejón se debió a la consabida plaga de hormigas que reducía a la miseria a los habitantes del viejo villorrio..."
"Casi en el vértice en el que confluyen los limites de las comarcas de la Penillanura Trujillana, los Ibores y Las Villuercas, y rayano al citado concejo de Cabañas del Castillo, se localiza Aldeacentenera. En su término se ubica el despoblado que se conoce como Egido de Centenera, una localidad que tuvo su mayor auge durante los siglos XV y XVI. En este tiempo se constata una fuerte emigración hacia tierras americanas, éxodo que se agudizará al entrar en crisis su forma de vida derivada de la trashumancia. La construcción del puente de Albalat sobre el río Tajo acorta el camino para las grandes ganaderías ovinas, con lo que se eliminaba el paso por el Egido de Centenera . A principios del siglo XVII los pocos vecinos que quedaban buscan un nuevo acomodo dentro de las tierras del Marqués de Risell, dueño de extensos predios en la comarca, para el que trabajan como colonos, dando vida a un minúsculo núcleo de viviendas entonces ya llamado Aldeanueva y que, tras la llegada de los nuevos vecinos, sería nombrada Aldeanueva de Centenera. Se trata de la actual Aldeacentenera. Como recuerdo de su pasado aún permanecen visibles en el Egido de Centenera un pozo, los restos de un tejar, las huellas de algunos edificios y una ínfima parte de los muros de la iglesia.
Estos hechos, como ocurrió en los casos precedentes, han sido borrados del recuerdo de los habitantes de Aldeacentenera, que, por el contrario, mantienen viva la leyenda que alude a la despoblación del que destruían las viviendas, atacaban a las personas y provocaban la muerte de los más pequeños .
“…hay en este término del pueblo un territorio llamado Torrejón, en el que hubo vecinos, pero sin parroquia y acudían a las funciones de iglesia a esta parroquia de Roturas y aún hoy hay en este pueblo sujetos antiguos que conocieron vecinos en él, yo me persuado que la causa de su despoblación sería el quebrantamiento de tener el trabajo de venir a este pueblo a oír misa, que dista de él un buen cuarto de legua, hoy aquellas que fueron casas son huertos y propiedades de estos vecinos de Roturas”.
No obstante estos condicionantes religiosos que existen para el clérigo son olvidados por la tradición, que mantiene que el despoblamiento de Torrejón se debió a la consabida plaga de hormigas que reducía a la miseria a los habitantes del viejo villorrio..."
"Casi en el vértice en el que confluyen los limites de las comarcas de la Penillanura Trujillana, los Ibores y Las Villuercas, y rayano al citado concejo de Cabañas del Castillo, se localiza Aldeacentenera. En su término se ubica el despoblado que se conoce como Egido de Centenera, una localidad que tuvo su mayor auge durante los siglos XV y XVI. En este tiempo se constata una fuerte emigración hacia tierras americanas, éxodo que se agudizará al entrar en crisis su forma de vida derivada de la trashumancia. La construcción del puente de Albalat sobre el río Tajo acorta el camino para las grandes ganaderías ovinas, con lo que se eliminaba el paso por el Egido de Centenera . A principios del siglo XVII los pocos vecinos que quedaban buscan un nuevo acomodo dentro de las tierras del Marqués de Risell, dueño de extensos predios en la comarca, para el que trabajan como colonos, dando vida a un minúsculo núcleo de viviendas entonces ya llamado Aldeanueva y que, tras la llegada de los nuevos vecinos, sería nombrada Aldeanueva de Centenera. Se trata de la actual Aldeacentenera. Como recuerdo de su pasado aún permanecen visibles en el Egido de Centenera un pozo, los restos de un tejar, las huellas de algunos edificios y una ínfima parte de los muros de la iglesia.
Estos hechos, como ocurrió en los casos precedentes, han sido borrados del recuerdo de los habitantes de Aldeacentenera, que, por el contrario, mantienen viva la leyenda que alude a la despoblación del que destruían las viviendas, atacaban a las personas y provocaban la muerte de los más pequeños .
Las hormigas e insectos también ocasionaron el abandono de Valdepalacios, pueblo matriz de Logrosán, del que afirman los viejos documentos que distaba “poco más de una legua”. Apunta al respecto Mario Roso de Luna:
“Sea por las condiciones del terreno ó por las escasas agua, ó bien, como dice la tradición, por el crecido número de hormigas y otros insectos que pululaban por aquella zona, es lo cierto que el primitivo pueblo de Valdepalacios, que comenzó allí á fundarse á raíz de la reconquista, hubo de ser trasladado al actual ó absorbido por él, recibiendo éste por antonomasia el nombre de lugar sano, lucus sanus, de donde por corrupción se formó después, Lugarsan, Lugurusan ó Logrosán”.
El mismo investigador y teósofo aporta otra leyenda sobre el origen de su pueblo natal, anterior a Valdepalacios y surgido como consecuencia indirecta de una de las escaramuzas de la Reconquista:
“En uno de tales encuentros la hueste cristiana pareció llevar la peor parte siendo derrotada en las inmediaciones de San Cristóbal cayendo gravemente su jefe, natural de Guadalupe. Escapó éste y pudo refugiarse en un matorral de escobas y helechos que rodeaba a una límpida fuente donde lavó sus heridas y apagó su sed.
Sin duda el agua fría de la fuente, obrando como sedante y cicatrizante poderoso, hubo de poner al guerrillero en vías de curación, y curado ya se unió a sus gentes, ponderando las excelencias de la fuente en que logró sanar.
Pasó el tiempo; comentáronse por unos y por otros las virtudes de la fuente; hablóse del sitio en que aquél jefe logró sanar y el sitio de logrosanar fue conocido por todos los contornos. Vino después la poderosa lima del tiempo y por síncope o contracción el uso suprimió la terminación -ar, de ligerísima cocofonía, y quedó así constituido el nombre de Logrosán...”
“Sea por las condiciones del terreno ó por las escasas agua, ó bien, como dice la tradición, por el crecido número de hormigas y otros insectos que pululaban por aquella zona, es lo cierto que el primitivo pueblo de Valdepalacios, que comenzó allí á fundarse á raíz de la reconquista, hubo de ser trasladado al actual ó absorbido por él, recibiendo éste por antonomasia el nombre de lugar sano, lucus sanus, de donde por corrupción se formó después, Lugarsan, Lugurusan ó Logrosán”.
El mismo investigador y teósofo aporta otra leyenda sobre el origen de su pueblo natal, anterior a Valdepalacios y surgido como consecuencia indirecta de una de las escaramuzas de la Reconquista:
“En uno de tales encuentros la hueste cristiana pareció llevar la peor parte siendo derrotada en las inmediaciones de San Cristóbal cayendo gravemente su jefe, natural de Guadalupe. Escapó éste y pudo refugiarse en un matorral de escobas y helechos que rodeaba a una límpida fuente donde lavó sus heridas y apagó su sed.
Sin duda el agua fría de la fuente, obrando como sedante y cicatrizante poderoso, hubo de poner al guerrillero en vías de curación, y curado ya se unió a sus gentes, ponderando las excelencias de la fuente en que logró sanar.
Pasó el tiempo; comentáronse por unos y por otros las virtudes de la fuente; hablóse del sitio en que aquél jefe logró sanar y el sitio de logrosanar fue conocido por todos los contornos. Vino después la poderosa lima del tiempo y por síncope o contracción el uso suprimió la terminación -ar, de ligerísima cocofonía, y quedó así constituido el nombre de Logrosán...”
Castañar de Ibor |
"A la orilla del río Ibor, se localiza el despoblado de La Avellaneda. De él se conserva su iglesia, a la que cada año, llegado el mes de mayo, se lleva procesionalmente al milagroso Cristo de la Avellaneda, que actualmente se venera en Castañar de Ibor, y en cuyos alrededores se celebra una multitudinaria romería. El abandono de la vieja localidad, de la que se tienen noticias desde el siglo XIII, parece que se debió a la presencia de los mosquitos que propiciaban el estancamiento de sus cercanas aguas y que provocaban grandes epidemias de paludismo. Sin embargo la tradición señala que el éxodo fue motivado por la llegada cada verano de una plaga de grandes hormigas que destruían las viviendas, arrasaban las cosechas, atacaban al ganado y mataban a los niños tras comerles los ojos y la boca al menor descuido de sus madres.
Buscando un enclave más sano, los vecinos se desplazaron hasta casi dos leguas y se asentaron en la majada conocida por Chozas del Castañar, a la vera del viejo camino de Guadalupe, que con el paso del tiempo pasaría a llamarse Castañar de Ibor..."
FUENTE
Buscando un enclave más sano, los vecinos se desplazaron hasta casi dos leguas y se asentaron en la majada conocida por Chozas del Castañar, a la vera del viejo camino de Guadalupe, que con el paso del tiempo pasaría a llamarse Castañar de Ibor..."
FUENTE
Autor: DOMINGUEZ MORENO, José María
Tema: Mitos / Leyendas
Título del artículo: Despoblados extremeños: Mitos y Leyendas
REVISTA FOLKLORE FUNDACIÓN JIMENEZ DÍAZ. Nº342, Tomo: 29
Año: 2009
Páginas en la revista: 183-193
buen trabajo, Abel.
ResponderEliminarGracias Juli por tu fidelidad, el trabajo es de este señor,José María Domínguez Moreno.Yo me he limitado a copiar y pegar.
ResponderEliminarUn saludo